¿ESTAMOS LISTOS PARA AVANZAR EN EL USO DE TECNOLOGÍA EN LAS AULAS ESPAÑOLAS?

Mientras que la educación en España, al igual que otros países, considera que la tecnología es una enemiga de la enseñanza relegada a poco más que una fuente de distracción, Finlandia destierra la escritura a mano de su sistema educativo para empezar a fomentar el aprendizaje de la mecanografía y del uso del teclado.

Como suele ocurrir cada vez que un adelanto tecnológico propicia un cambio en los programas educativos, las reacciones suelen dividirse entre aquellos que lamentan que los tiempos cambien y los que celebran el “adaptarse o morir”

Continuamente se habla del cambio tan rápido que estamos viviendo en nuestros hábitos de consumo, en la sociedad, en la manera en la que nos relacionamos entre nosotros o cómo afrontamos nuestras tareas y necesidades diarias, la tecnología acaba siendo siempre la base de todas las conversaciones que hablan, en definitiva, de la era del conocimiento y de la información. Sin embargo, siempre encontramos focos de resistencia desde los que se intenta demonizar la tecnología para perpetuar los métodos que imperaban décadas atrás.

En definitiva, miedo al cambio, miedo a permitir un portátil o teléfono móvil en clase y que los alumnos no atiendan ni aprendan. Sin embargo, de nada sirve tampoco que un profesor utilice la tecnología para dictar el contenido de un power point a los alumnos. Más que nunca, la educación necesita una renovación.

En Finlandia, la metodología ha abandonado las memorizaciones típicas del sistema educativo de la Ilustración y hace énfasis en el desarrollo de la curiosidad, la creatividad y la experimentación. No es una cuestión de transmitir información, sino enseñar que es más importante aprender a pensar. La tipología de clases rompe el sistema unidireccional donde se fomenta mucho la participación.  Además, el profesor está forzado a ir renovando sus clases y métodos de enseñanza para atraer la atención de los alumnos, actualizando y vinculando aquello que enseña en el aula con sucesos reales y formas que motiven a los estudiantes. Por ello en las clases se proyectan vídeos de YouTube, se preparan temas investigando en Wikipedia o Facebook, utilizan cómics y escuchan música. No existe una vida dentro del aula diferente a la vida detrás de sus puertas, y la tecnología, igual que ocurre en sus casas, se utiliza a menudo en clase.

En España, en cambio, existe una enorme brecha entre lo que se enseña en las aulas y entre el mundo laboral que viene después. ¿Qué sentido tiene memorizar tanto temario en una sociedad constantemente conectada?

No se utiliza la tecnología para enseñar porque hay miedo al cambio y porque aún no están claros los beneficios que aporta al sector educativo. Además, muchos de los profesores no saben usar esa tecnología y, por tanto, desconocen las posibilidades. También es causa la pereza pedagógica, es decir, utilizar el mismo método de enseñanza (incluso el mismo temario) dando por hecho que los alumnos de hoy tienen la misma mentalidad y necesidades que los de hace cinco o diez años.

Si seguimos cerrándole la puerta de las aulas a la tecnología, conseguiremos aumentar todavía más las ventajas competitivas de otros países que sí intentan conseguir un sector educativo adaptado al presente. El problema no es el smartphone, el portátil, o Internet, es un modelo educativo que no contempla el avance tecnológico y que choca frontalmente contra los comportamientos sociales cotidianos

Fuentes: El Confidencial, United ExplanationsHipertextual

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